Os compartimos el relato que nos ha enviado una de nuestras usuarias sobre su lactancia, en este caso una lactancia materna diferida. Si tú también quieres compartir tu historia, puedes enviar tu relato a [emailprotected]
Me animé a compartir mi experiencia con el equipo de LactApp, dado que siempre que he buscado información en distintas fuentes, encuentro un pequeño vacío cuando se habla de la lactancia materna exclusiva diferida, que no es más que extraer la leche y ofrecersela al bebé por el método elegido, en mi caso, el biberón. Os cuento.
Mi nombre es Dámaris, tengo 43 años, actualmente vivo en Alemania y tengo una hija de dos años y medio y dos bebés gemelos que van camino de los seis meses. Cuando tuve a Malena, en el momento del parto apareció una preeclampsia severa, que aunque por suerte no afectó en nada a mi pequeña, que ya había llegado a término, sí me afectó a mi… No entraré en detalles, pero pasé nueve días difíciles en el hospital, encontrándome bastante mal y hasta varios meses después, mi cuerpo no se recuperó del todo. Esto no facilitó la lactancia en sus inicios. Malena tampoco iba sobrada de peso y en el hospital enseguida me colocaron unas pezoneras (sin importar que me hicieran falta o no). Y en fin, cada matrona que venía me iba diciendo una cosa distinta y yo, que tenía la tensión por las nubes, un dolor de cabeza constante y además pasé varios días casi sin dormir, dado que me tenían que estar controlando constantemente, me dejé hacer. No me extenderé más en en este tema, pues quiero centrarme en la experiencia positiva que tuve después con este tipo de lactancia.
Con mi primera hija llegué incluso a consultar con un asesor de lactancia bastante conocido y sí… en el momento salía muy animada, pero después la verdad que por más que probé y probé en mi caso no hubo manera de reconducir la lactancia por el “método tradicional”. Así que al final, empeñada en que Malena pudiera alimentarse con leche materna, terminé conociendo al “temido sacaleches” (también para mi en ese momento). Aunque al principio llevó su tiempo que todo funcionara, terminó funcionando y muy bien. Llegamos al año de lactancia materna diferida y ahí ya decidí dejarlo por decisión propia y porque mi hija ya podía empezar a tomar leche normal.
Mis gemelos Tommy y Milan nacieron en Alemania en un parto programado a las 36 semanas, pues compartían placenta y me dijeron que eso era lo más seguro. Esta vez, tanto el parto como el postparto fueron fantásticos y a los dos días estábamos en casa. Ya eran tiempos de Covid y en el hospital estaba más sola que la una, sobre todo por la noche). Entre que eran prematuros, eran dos y tenía otra hija de dos añitos en ese momento, probé un par de veces ponerlos al pecho, por darles la oportunidad, pero sinceramente… ni yo tenía la paciencia, ni veía factible practicar este tipo de lactancia por varios motivos.
Por un lado, debido al Covid y al estar en otro país, ni siquiera mi familia ha podido conocer a mis pequeños, así que nada de ayuda externa, más que de los abuelos por parte paterna. Además con una pequeña de dos años a ratos sin guardería, a causa de los confinamientos. Pero la realidad es que el principal motivo que me llevó a optar de nuevo por este tipo de lactancia fue no tener que abandonar a mi pequeña de dos años,cada vez que sus hermanos querían comer, ya que el principio suelen querer estar la mayor parte del día (y noche) en el pecho. Quería poder seguir teniendo nuestros momentos, como poder llevarla a la cama y leerle un cuento y no tener que salir corriendo cada vez que Tommy o Milan quisieran comer. También quería poder descansar mínimamente por las noches, para poder disfrutar de mi nueva familia de cinco, en lugar de andar agotada todo el día. Y eso solo era posible si el papá también podía darles el biberón a los peques alguna vez. También me parecía complicado ir por la calle y que ambos quisieran comer a la vez… ¡No es lo mismo dar el pecho a uno que a dos! Me imaginaba medio desnuda y además en Alemania, ¡que hace bastante frío! Por todos estos motivos y algunos más volví a optar esta vez por “mi amigo el sacaleches”.
La verdad que en el hospital ya empecé a usarlo, pues sabía que en cuanto me pusiera y con la práctica y confianza que ya tenía con él, enseguida podría estar alimentando exclusivamente a mis bebés prematuros y así fue. En mi cabeza aún estaba la idea de conseguir una gran producción, y tal vez cuando ellos hubieran ganado más peso, volver a ponerlos al pecho y probar, por intentar tener la posibilidad también de darles indistintamente pecho y biberón. Y lo probé, pero como digo, no tengo la paciencia y tampoco soy de esas madres que le dan una gran importancia al vínculo que se crea dando el pecho, pues creo que el vínculo se crea de cualquier modo cuando amas a tu bebé y lo cuidas día y noche.
Por no extenderme mucho más, voy a pasar a las conclusiones y a dar importancia a lo que realmente me motiva a contar mi experiencia y es que, tengo la sensación de que este tipo de lactancia que yo he practicado y sigo practicando (pretendo volver a llegar al año con los gemelos), no debería ser solo una solución a problemas, sino una opción más. El sacaleches no es solo para cuando una tiene que incorporarse al trabajo, o quiere aumentar la producción o motivos varios. El sacaleches en mi caso, con los gemelos, se convirtió en la primera opción y la más sencilla. Tampoco estoy de acuerdo cuando se afirma que un aparato nunca puede estimular igual de bien que un bebé, pues yo he llegado a extraer casi dos litros de leche al día, con seis extracciones diarias de solo 10 minutos cada una. Lo cual es mucho más de lo que necesita alguien que solo tenga que alimentar a un hijo. Con el sacaleches llegas hasta donde tú quieras, pero… ¡ahí vamos! Tampoco quiero hacer como que es lo más fácil del mundo y aquí es donde, ahora sí, desde mi humilde experiencia, voy a intentar resumir lo que a mi me ha funcionado:
- Confianza en una misma y en el aparato. Hay que familiarizarse con el aparato. Una vez vi que funcionaba, pude usarlo con prisas, en los lugares más extraños que puedas imaginar, con mis hijos gritando alrededor, en el coche… ¡No importaba! Funcionaba. Y no duele absolutamente nada una vez te acostumbras.
- Usar un buen sacaleches. A ser posible doble y con sujetador de extracción, para facilitar el proceso. Personalmente, a mi Medela me ha funcionado muy bien. También tengo uno manual para cuando salgo.
- Constancia y disciplina. Es en realidad lo más importante. El sacaleches imita a tu bebé, así que hay que seguir un ritmo de extracciones, al principio lo hacía cada tres horas para aumentar rápido la producción, incluso por la noche. Después, una vez has alcanzado el objetivo que querías, puedes ir ajustando los tiempos y en mi caso extraigo cada cuatro horas y por la noche actualmente una sola vez (así puedo dormir 5 o 6 horas seguidas una vez).
- Una extracción nocturna. Aunque ya lo he mencionado, lo pongo aparte porque es realmente importante. Al final es muy lógico. Los bebés, y sobre todo de recién nacidos, también comen por la noche. Así que simplemente, imita los tiempos de tu bebé con el sacaleches y tendrás resultados.
- Control de extracciones. En mi caso siempre he usado una app. Algo sencillo donde puedas apuntar cuándo y cuánto extraes, para así saber también siempre cuándo te toca y poder ver los totales del día o semanales y así poder ajustar la producción. Si ves que estás bajando, le metes un poco más de caña al asunto y ya está.
Viéndolo así puede parecer duro, pero también lo es dar el pecho a dos bebés día y noche teniendo otra peque a la que cuidar. Y puedo asegurar que en la práctica se llega a integrar perfectamente en la rutina diaria. Como ya mencioné antes, también tiene sus ventajas tener la leche siempre preparada, que la pueda dar también el papá o los abuelos, saber lo que comen… Incluso a mi pequeña le encanta siempre ayudarme a colocarme el sacaleches. ¡Y no! No hace falta esterilizar el sacaleches ni muchos menos tras cada uso, como se puede leer a veces. Solo hay que lavarlo bien, igual que lavas los biberones. Y si quieres esterilizarlo de vez en cuando, adelante. Pero en mi caso, lo lavo siempre enseguida después de usarlo y nunca he tenido ningún problema con mis pequeños. Menciono esto porque a veces todo lo que se lee respecto al uso del sacaleches es un poco desanimante y lo hace parecer algo complicado, que en realidad no es.
Así que mamis del mundo que elijáis esta opción, bien por necesidad o por elección propia, os animo a que lo intentéis con confianza y constancia, ¡pues os aseguro que sí se puede!